miércoles, 12 de enero de 2011

Paul Thomas Anderson, por amor al cine

Tom Cruise en Magnolia


Paul Thomas Anderson dirigiendo a Daniel Day-Lewis


A sólo 40 años, el director californiano ha logrado éxitos críticos y públicos que lo ubican dentro de los más precoces y talentosos de su generación.


Todo empezó con dos cortometrajes. A los 17, Paul Thomas Anderson escribió y realizó un documental ficticio sobre un actor porno de culto de los ochentas llamado The Dirk Diggler story, que se iba a convertir 10 años después en su segundo largo, brindándole su primer reconocimiento internacional: Boogie nights. A los 23, el cortometraje Cigarettes and coffee se transformó en su primer largo Sydney, comercialmente conocido como Hard eight, el cual atrajo a estrellas como Gwyneth Paltrow y Samuel L. Jackson, además de brindar a Philip Baker Hall, también protagonista en el corto, su primer papel importante a los 65 años.

Sydney fue visto por pocos, pero algunos productores reconocieron el talento indubitable del joven director y le permitieron grabar Boogie nights con actores de primera: Burt Reynolds, Julianne Moore, Philip Seymour Hoffman y Mark Wahlberg, el protagonista de en un papel que ofrecieron primeramente a Leonardo Di Caprio, quien hoy reconoce estar arrepentido de haberlo rechazado. Boogie nights fascina por el desarrollo de sus personajes secundarios y por sus movimientos de cámara virtuosos: el plano secuencia que abre la película, así como el del clavado de Wahlberg en una alberca son asombrosos. Pero lo mejor de Anderson estaba por venir.

En 1999, Magnolia fue una revelación para mí. Pocas veces he tenido la impresión de que alguien ha escrito y realizado la película que a mí me hubiera gustado hacer. Solamente con Ocho y medio de Fellini, Nostalghia de Tarkovski, Contra viento y marea de Von Trier y 2046 de Wong Kar Wai había sentido tanto amor por el cine. Muchos la comparan con Short cuts de Robert Altman, un director de mucha influencia para el joven Anderson. Las dos cintas retratan las vidas entrecruzadas de habitantes de Los Ángeles durante el lapso de un solo día. Pero en este caso, el discípulo rebasó al maestro. Magnolia es una obra coral de tres horas que, entre sus logros, ofreció a Tom Cruise el papel de su vida: la súper estrella, luego de ver Boogie nights, se acercó a Anderson para pedirle un papel protagónico en su siguiente película, a lo que el director le contestó que Magnolia tenía no uno sino nueve papeles principales y que no le podía pagar los veinte millones de dólares que cobraba habitualmente. Anderson escribió el papel de Frank TJ Mackey especialmente para Cruise y este último se llevó merecidamente el Oscar del Mejor Actor de Reparto. La cinta ganó también el Oso de Oro en Berlín, comprobando, al igual que los hermanos Coen, que se podía hacer un cine de arte independiente aún dentro del marco hollywoodense.

¿Qué puede hacer uno después de una obra tan intensa y tan bien lograda? El guionista, productor y director estadounidense sorprendió a todos, declarando que quería hacer una comedia romántica con Adam Sandler que no rebasara los 90 minutos. Este anuncio provocó estupor y decepción, pero también curiosidad por parte de los fanáticos de sus primeras películas. PT Anderson logró más de lo esperado con Punch drunk love (Embriagado de amor), ganando el premio al mejor director en el Festival de Cannes y regalando la única nominación a los Golden Globe de Sandler, quien tenía ya cinco nominaciones y una victoria como peor actor en los Razzie Awards, los Oscares de la malas películas.

Anderson ama a los actores y se nota. Philip Baker Hall se hubiera quedado en el anonimato si no fuera por él. En sólo tres escenas y no más de 20 minutos, Tom Cruise se vuelve actor en Magnolia. PTA nos enseña que Adam Sandler puede sacar al espectador emociones más sutiles que las risas fáciles de sus comedias ligeras. Además, el director tiene su clan de actores que le son siempre fieles: John C. Reilly y Melora Walters, conmovedores como policía patético y junkie depresiva en Magnolia, respectivamente. William H. Macy, impecable en perdedor absoluto en Boogie nights y Magnolia. Luís Guzmán, la hermosa Julianne Moore y el finalmente “oscarizado" Philip Seymour Hoffman, quien ha actuado en cuatro de los cinco largos y se rumora que tendrá el papel principal del siguiente proyecto de Anderson (el cual al parecer seguiremos esperando por unos años más).

Cuando estrenó There will be blood (Petróleo sangriento) en 2007, no sabía qué esperar. Una película con el director de Magnolia y mi actor favorito, el fascinante Daniel Day-Lewis, tendría que resultar en una obra maestra, pero el guión sobre la vida de un magnate del petróleo al principio del siglo XX se veía bastante aburrido. Una película opuesta a Magnolia en su ritmo y su narrativa, pero parecida en su virtuosismo y sus personajes fuertes. Además de la actuación intensa de Day Lewis, quien entró en el club elitista de los actores con dos Oscares -18 años después de Mi pie izquierdo-, encontramos al joven Paul Dano que a los 24 años había ya actuado en varias películas independientes, entre ellas L.I.E, Pequeña Miss Sunshine y The ballad of Jack and Rose con el mismo Day-Lewis. Cuando durante los ensayos para un papel pequeño que originalmente tenía el joven actor, Anderson descubrió su talento, ofreciéndole el papel co-protagónico. El resto es historia. Dano, el pastor evangelizador, y Day-Lewis, el petrolero ateo, se destrozan mutualmente en una lucha a muerte por el poder y en la cual la venganza se retrata de la manera más cruda y sadista. La escena final, en el boliche de la mansión del millonario, y la frase “I drink your milkshake!” entraron ya en los momentos de culto del séptimo arte.

Anderson sigue siendo un director joven y ojalá tenga muchas películas por venir. Si algunos críticos no lo consideran todavía como uno de los grandes, me queda poca duda de que pronto lo tendrán que aceptar: Anderson es la prueba viviente de que se hace un cine inteligente, independiente, conmovedor e innovador en Hollywood.


Publicado en Letras de Cambio el 28 de noviembre 2010.

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